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Xavi y una casa patas arriba

"Más problemas para Xavi con vistas al partido contra el Benfica. Ilias y Abde no podrán jugar el martes ante el Benfica". Basta leer la información del compañero Juan Jiménez en estas mismas páginas para entender el desafío que afronta Xavi en el banquillo del Barcelona. Me lo imagino como a esos chavales de las películas americanas, afanados en limpiar la zona catastrófica a la que ha quedado reducida el salón tras la jarana nocturna antes de que lleguen sus padres. Los padres aquí son el Benfica, la Champions, el calendario que obliga acelerar los procesos.

Ilias y Abde. El equipo va tan escaso de fútbol que ya echa de menos incluso a los que no han tenido tiempo de llegar. "Cuando te acostumbras a la langosta luego ya no quieres arroz con setas", dijo Osvaldo Bagnoli, entrenador del Inter en los noventa y, por tanto, hombre bien acostumbrado a los sinsabores del fútbol. En esas está Xavi. Cocina de aprovechamiento. Improvisando un buen menú con las cuatro cosas que encuentre desperdigadas por la cocina. Tras la victoria fundamental en el derbi contra el Espanyol, Xavi fue explícito en rueda de prensa respecto a la herencia de Koeman. "Debemos mejorar en lo futbolístico. Saber cómo atacar, dónde hacer daño. Saber diferenciar cuando están cerrando ellos por dentro o por fuera. Atacar espacios con un buen timing. Cuando hay un balón central que está dividiendo, saber darle una salida y que otro tiene que picar… Son muchas cosas". Faltó decir que a algunos los enviaría de vuelta a La Masia para repasar el abecé, pero habría sido muy duro. Incluso para uno que ha llegado anunciando mano dura a los cuatro vientos.

Pero no todo es pocho en Barcelona. El rayo de luz que se cuela por la ventana rota e ilumina la habitación tiene que ver con la primera alineación de Xavi y con su apuesta inequívoca por el juego de ataque. Con resultados desiguales, pero el míster apuesta por los extremos. Por el fútbol de desmarque y riesgo. Buena noticia porque salvo el gol no se conoce mejor anfetamina en el fútbol que el regate. Frente a los micrófonos reconoció lo único que le molestó de la victoria en el derbi: no haber mordido al Espanyol en su propio campo cuando el partido se abrió demasiado. La dejó ahí flotando y solo con eso, el Barça ya respira un aire distinto.