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Muguruza se suma a la fiesta

La última y única vez que una española disputó una final del Masters, Arantxa Sánchez Vicario contra Steffi Graf en 1993, Garbiñe Muguruza tenía 44 días: era un bebé. Paula Badosa ni siquiera había nacido, le faltaban cuatro años para venir al mundo. Ambas se enfrentarán este martes en semifinales de las rebautizadas WTA Finals, en un duelo inédito en el tenis, para dirimir quién sucederá a Arantxa, 28 años después, en la lucha por el título de maestra. La presencia de una española en el partido decisivo está asegurada. O bien la experimentada Muguruza, con dos trofeos del Grand Slam y el número uno mundial en su palmarés, o bien la emergente Badosa, recién llegada al top-10 con el WTA 1.000 de Indian Wells debajo del brazo. El circuito femenino está tan abierto, que cualquier cosa puede ocurrir. Durante la temporada 2021, la alternancia en los grandes escenarios ha sido tremenda. Una buena racha o una semana de inspiración bastaba para hollar la cumbre. Tanto Muguruza, muy centrada en esta recta final, como Badosa, lanzada en el último mes, están ahora subidas a esa ola.

Badosa se ha clasificado con solvencia, convirtiendo su última cita ante Iga Swiatek en un trámite. A Muguruza le ha costado más, porque perdió en un apretado debut ante Karolina Pliskova, aunque luego supo remontar con dos victorias de mérito para alcanzar la meta. Su calidad es tan conocida como su irregularidad, pero Conchita Martínez ha logrado sacarle un rendimiento más estable, que le ha devuelto al top-10. Empezó fuerte el curso y lo está terminando igual. La caraqueña se sabe querida en México, donde ha ganado dos títulos en Monterrey, y no ha dudado en vestir la camiseta de su selección de fútbol en complicidad con el público. Desde el principio ondeó también la bandera del Latin Power. Cuando se siente a gusto, y lo está, su juego fluye. Garbiñe se ha unido a la fiesta.