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Adiós, Superman... y familia

El Movistar Team anunció este sábado la ruptura del contrato de Miguel Ángel López, alias Superman, por “mutuo acuerdo”. Un divorcio consumado. La mejor decisión. La espantada de La Vuelta, el penúltimo día, había erosionado la confianza. Irrecuperable. Hubo un amago de reconducir el asunto aquella misma noche, cuando López pidió perdón al equipo, en privado y en público, pero todo volvió a torcerse cuando el suegro y preparador del colombiano, Rafael Acevedo, comenzó a lanzar teorías conspiranoicas y a apagar el fuego con gasolina. Según su imaginativa versión, la dirección del equipo frenó al ciclista para no perjudicar el segundo puesto de Enric Mas, incluso porque temía que el mismo Superman arrebatara esa plaza al español. La realidad fue diferente. Cuando López tiraba del grupo perseguidor para tapar un hueco imposible, tras haber cometido el error de no entrar delante, Eusebio Unzué le gritó que ralentizara para no derrochar fuerzas, que esperara a José Joaquín Rojas y que luego intentara atacar y remontar en el último tramo. Pura lógica ciclista.

La verdad del asunto es que López erró deportivamente ese día por no estar con los líderes. Y luego falló al equipo, al patrocinador, a la carrera y a la afición. Su abandono expandió una mala imagen difícil de amortiguar, ni siquiera con sus disculpas, paralelamente echadas por tierra en Colombia por su entorno. También creó un mal precedente por su desobediencia. Pero lo peor fue su insolidaridad con los compañeros, que se estaban vaciando tras haber sufrido tres bajas. El veterano Imanol Erviti, que presenció su retirada, le intentó convencer de que siguiera en carrera por “compromiso con el equipo y por los compañeros”. Hizo oídos sordos. El propio Erviti, en una entrevista posterior, dijo que “curar las heridas no iba a ser fácil”. Así que el divorcio era lo mejor. Adiós, Superman... Y familia.