El Villarreal ya tiene lo que tanto merecía

¡Qué mal se pasa con el fútbol! Qué mal se pasa y cuánto compensa... cuando compensa. Ayer fue uno de esos días. Todos éramos un corazón detrás del Villarreal, ese David frente a Goliat. El equipo del pueblo de Pau, como bien dijo Emery en la víspera para enardecer a los suyos. El equipo del pueblo de Pau contra el lujoso Manchester United, el de los Pogba, Bruno Fernandes, Rashford, Cavani... La tarea paciente y concienzuda de un grupo de entusiastas que desde un rincón de este país han ido creando una alternativa ejemplar, un equipo elegante, sano, modélico, que llevaba años mereciendo un reconocimiento así.

Porque este título es eso, un reconocimiento. Y llega en buen momento. Sin ánimo de polémica, es de constatar que un club de una ciudad pequeña (el pueblo de Pau, insistiré) le ha ganado una final europea a uno de los conjurados para cerrar una liga egoísta, felizmente fallida. Esta victoria expresa hasta qué punto hubiera sido injusto y, casi peor, aburrido, abrir una zanja entre los que tienen más espectadores en Asia y el resto. El plancton del fútbol es esto: la posibilidad de que un Villarreal le gane a un Manchester United. Y marca un récord: nunca antes hubo campeón europeo representante de una ciudad tan pequeña.

Fue un sufrimiento, cierto. 120 minutos y una tanda de penaltis insufrible. Lo suyo es que entren 3 de cada 4 penaltis. Ayer entraron 21 seguidos, hasta que, consumido el turno de los 10 jugadores de campo, Rulli batió a De Gea y de inmediato le paró el recíproco. Fue un título en ‘foto finish’ con un sufrimiento tan intenso y tan alargado que la alegría fue todavía mayor. Mayúscula, podríamos decir. En un año en que empezaba a cundir el desánimo por el nivel comparativo de LaLiga el Villarreal ha venido a restañar el pesimismo levantando al cielo una copa de plata de pura ley. En septiembre le veremos en la Champions. ¡¡¡Bravísimo!!!