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Ante el Clásico de Zidane y Koeman

Parece que una vez más Zidane lo está haciendo. Llegó a un Madrid atascadísimo, falto de pólvora tras la marcha de Cristiano, y con una plantilla cargada tanto de triunfos como de años a la que las incorporaciones más recientes aportaban poco. Aún así ganó LaLiga de la pandemia, éxito que se atribuyó a las alteraciones que el corte provocó en otros y a una especie de 'rush' final, de conjuro de aquellos veteranos para un esfuerzo corto. Y también a la ominosa sospecha de que en todas las apariciones del VAR la moneda le cayó de cara. Pero este año el inicio volvió a ser malo, hasta vimos al equipo a punto de despeñarse de la Champions.

Así que le tuvimos bajo sospecha durante un trimestre largo, mientras se atrasaba en LaLiga y veíamos al Atlético campeón prematuro. Pero lo ha vuelto a hacer. De nuevo con su vieja guardia, de nuevo sin Hazard, de nuevo con su estilo cachazudo, esta vez manejando un grupo corto de jugadores, sin esa segunda unidad de años atrás disuelta por los ahorros que exige la obra del estadio. Pero ha puesto a los Varane, Modric, Casemiro, Kroos y Benzema en sus máximos de juego, lo mismo que a Lucas Vázquez y Nacho, suplentes impagables. Ya ni siquiera es grave que Sergio Ramos no juegue. Ya Vinicius acaba bien las jugadas y Asensio renace.

Tan satisfecho como él puede estar Koeman, que aterrizó en el Barça cuando era un loquinario, con el presidente volteado, Messi haciendo gala de un malhumor un poco infantil y un agujero negro en el centro de la defensa, donde se sucedían las lesiones y los errores. Era llamativo ver su desconsuelo en el banquillo en aquellos partidos de septiembre y octubre, cuando todo era un descalzaperros. A 13 puntos del Atlético llegó a estar. Ahora está a uno. Dos hombres, Zidane y Koeman, de palabra corta y trabajo largo se enfrentarán mañana en el Di Stéfano en un Clásico en el que hay mucha Liga en juego. Los dos merecen la victoria.