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'Riquipuigismo' o barbarie

La consolidación de dos bestias pardas llamadas Mbappé y Haaland ha recuperado uno de esos debates cíclicos. ¿Es la fuerza física indispensable para ser un jugador extraordinario? Está la respuesta carajillo de Luis Aragonés sobre "la condición física de base" y la idiosincrasia de las selecciones africanas y nórdicas. Y la champagne de Johann Cruyff y Jorge Valdano sobre la prevalencia del talento frente al físico. Aragonés, Cruyff y Valdano son apóstoles de la religión de los bajitos, que el fútbol entra por la cabeza y sale por los pies, como decía Di Stéfano. El profeta de esta fe es Laureano Ruiz, histórico entrenador de formación en el Barça que asegura haber arrancado este cartel en La Masía: "Si vienes a ofrecer un jugador que mida menos de 1,80 date la vuelta". Y 30 años después salieron Xavi e Iniesta.

Yo, la verdad, creo que sobran rivalidades y dogmas. A veces parece que un juvenil del tamaño de un bolardo, por el hecho de ser como un bote de colonia, posee las esencias del fútbol. Al otro lado de la sana trinchera están los que prefieren alinear en juveniles a africanos con tobillos de acero con la obsesión por la victoria. Ejemplos concretos. Riqui Puig. Ya por el nombre, mola. Su aspecto feliz, seduce. Pero, ¿es pecado decir que lo tiene difícil para triunfar si no desarrolla fuerza para repetir las cosas que hacía en cadetes? Los dogmas son tan duros que existe el 'Riquipuigismo'. La versión madridista es Sergio Arribas, un extremo sin pantalones de la talla de sus piernas XXS.

También están los casos como Jesé Rodríguez (Deulofeu es la versión Barça). Con sus muslos eléctricos ascendió hasta el estrellato. Pero su juego no cambió desde los 15 años y en la élite no le bastó la potencia contra defensas profesionales. Estancamiento y decepción. Sí, la clave es el talento. Y la cabeza. Y la adaptación. ¡Pero también el físico! Xavi, Iniesta, Raúl o Guardiola no eran atletas, pero penaron en el gimnasio y sus músculos y pulmones evolucionaron para que todo fluyera.