Los grilletes de Bordalás y Gracia

Ni Bordalás ni Gracia viven la temporada deseada; tampoco sus aficiones, que solo han visto ganar a los suyos en 6 de 24 partidos. Seguramente Bordalás piense que su (exitosa) etapa azulona se ha prolongado de más. Si el alicantino se dejó tentar en verano por Anil Murthy es porque ya intuía que era hora de cambiar de aires. La pandemia transformó sus logros en grilletes y Bordalás se cayó de la terna de Lim -en la que estaba bien colocado- por esa eliminatoria europea que le tocó jugar en agosto. Ahora, cuando el presente del fútbol borra la memoria, cuando el cansancio por una larga relación hace florecer el egoísmo intrínseco en el carácter de los futbolistas, suena Míchel por el Coliseum. Quizás la etapa de Bordalás acabe esta noche contra el Valencia o puede que lo haga en junio. El cuándo es la duda, el qué se da por seguro; tanto como que Bordalás volverá a sonar para el Valencia, porque es un entrenador con adn 'bronco y copero', ese que tanto gusta a Mestalla.

Gracia siente desde septiembre que llegó a Valencia en mal momento. Me sorprende que no lo viera venir. El navarro tiene derecho y motivos para estar decepcionado con la propiedad, como muchos valencianistas y colegas suyos de profesión en pensar que con lo que tiene podría estar haciendo algo más que pelear por no descender. No mucho más, pero si algo. La pandemia nos pone trabas para conocer a la persona y ello implica quedarnos solo con la careta y su discurso de entrenador, y lo que transmite Gracia cada vez que habla es que el banquillo de Mestalla es como una cárcel para él y no una (gran) oportunidad, esa que infinidad de técnicos desearían poder tener. Incluso con Lim.

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