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Kike y Roque dirigen la orquesta

Valladolid

El sábado en Getafe se juntaron los jugones en el Real Valladolid. Kike, Roque Mesa, Jota, Toni y el matador Weissman. Fue una alineación novedosa en Sergio. Nadie sabe si provocada por las rotaciones, las lesiones o, sencillamente, porque el entrenador pensó que para ese partido ese once era el mejor. El caso es que la orquesta sonó muy bien acompasada y tuvo dos directores fundamentales, Roque Mesa y Kike Pérez. El canario va cogiendo el punto físico y el ritmo de competición necesario y cada día es más importante. Lo de Kike es cuestión de gustos. A mí me gusta mucho y, ya lo he dicho, creo que juega menos de lo que se merece. Seguramente el partidazo que soltó en Madrid haga que Sergio empiece a verle con mejores ojos. Fue una gran noticia empezar el año de esta manera. El Valladolid fue mejor y mereció incluso un segundo gol. Las cosas han cambiado. Por segundo partido consecutivo portería a cero, lo que otorga al grupo una extraordinaria confianza. Bruno y El Yamiq se afianzan atrás, se escalan posiciones. Sergio debe tomar buena nota de lo que tan positivamente salió en el Coliseum. Sergio vuelve a cotizar alto tras tantas dudas y un inicio tan desastroso que le tuvo en el ojo del huracán. Buenas noticias para todos.

Pero hay que seguir. Nadie cede por abajo. Salvo el Huesca, no hay descolgados. La permanencia puede estar este año más cara que en los anteriores y eso obliga a seguir haciendo camino. Y llega ahora un tramo de seis partidos que pueden marcar decisivamente la temporada. De momento, dos seguidos en casa ante rivales directos, Valencia y Elche. Sí, el Valencia es un rival directo, por eso está en puesto de descenso. Tiene nombres, es un equipo caro, pero no sale del lío y puede ser la gran sorpresa negativa de la temporada. Luego visita al campo del Levante, el Huesca en Zorrilla y salidas a Vitoria y a Eibar. Seis partidos para ir a por todas y escapar definitivamente del problema o, al menos alejarse bastante. Y todo esto le llega al Valladolid en buen momento, con la moral alta, con el contratiempo de la lesión de Marcos André, pero con mucha mejor pinta que hace dos meses. Por fin vamos viendo la salida del túnel.

Y antes de todo, la Copa en Marbella. Una competición para seguir avanzando mientras se pueda y poder dar minutos a toda la plantilla. Marbella, un campo en el que el año pasado se sufrió de lo lindo para seguir adelante y que vuelve a cruzarse en el camino de los blanquivioletas. No hay que obsesionarse con la Copa, pero no gusta perder. A nadie, ni a los jugadores, ni a los aficionados. No hay frase que menos me guste que lo de “tirar la Copa”. Aquí no se tira nada y se gana todo lo que se puede. Cuando uno se acostumbra a ganar cuesta más perder. Y ya que el año ha empezado bien…