Triple impacto para Madrid
Los organizadores de la Copa Davis debieron respirar aliviados cuando se disputó la ronda clasificatoria, los días 6 y 7 de marzo. El coronavirus ya golpeaba fuerte, pero todavía no había desplegado su mayor virulencia, y las eliminatorias se pudieron jugar con la única incidencia de que dos de ellas, en Italia y en Japón, se celebraron a puerta cerrada. Desde entonces hasta finales de noviembre había tiempo suficiente para que la tempestad amainara, debieron pensar en la empresa Kosmos. Y así lo pensamos todos, mucho más cuando los diferentes calendarios deportivos se fueron recomponiendo. No fue así. La pandemia no remite y las Finales de la Davis fueron canceladas a finales de junio. No había garantías para reunir a equipos de 18 países en invierno en Madrid. Además, una Davis sin público es una Davis sin alma. Gerard Piqué recibió críticas por la decisión, sobre todo porque el otro gran evento de la capital, el Madrid Open, sí había logrado reubicarse en septiembre. Otro chasco. Hace una semana, la organización que dirige Feliciano López bajó el telón por idénticas razones.
Madrid se queda sin tenis en 2020. Y también sin la Maratón. La popular se unió el lunes a la cascada de cancelaciones por todo el mundo: Nueva York, Chicago, Berlín, Rotterdam, Boston, Hamburgo, París… Los brotes de esperanza se han marchitado por el descontrol de la pandemia. Hoy, ni es viable mover a personas por las fronteras, como requiere el tenis, ni congregar a miles de deportistas por las calles, como ocurre en las maratones. Al daño deportivo hay que sumar el palo económico. Por un lado, para los organizadores. Y, por otro, para la ciudad, que se verá privada de ingresos turísticos y de la proyección de su imagen. Si sumamos las estimaciones de estos tres eventos, el total de su impacto positivo para Madrid supera los 250 millones. Un golpe duro. Triple golpe.