La NBA, los Juegos y el honor USA
El celebrado regreso de la NBA traerá consecuencias no tan encomiables para el baloncesto. De momento, todo es felicidad, porque se ha salvado una temporada que amenazaba con quedarse en blanco y con provocar unas pérdidas que se calculaban alrededor de los 2.000 millonesde dólares. Las franquicias han votado abrumadoramente a favor del modelo Disney, y los jugadores han aceptado la solución porque la prosperidad de la liga juega también en su beneficio. El desenlace del torneo será extraño: en una sede única, sin factor cancha, sin público… Pero incluso ese atípico escenario genera una curiosidad y una expectación especial en torno al mejor baloncesto del mundo. El problema de la NBA no va a surgir durante este verano, que se presenta incluso atractivo, sino en el siguiente.
El retraso del curso 2019-20 arrastrará, inevitablemente, a la siguiente temporada a unas fechas también excepcionales. Se habla del 1 de diciembre, pero podría ser incluso más tarde, porque los jugadores avistan poco descanso entre el final de una y el comienzo de la otra. Con el calendario de partidos habitual, la competición de la NBA barrería las fechas del Preolímpico, previsto del 29 de junio al 4 de julio, donde están implicadas selecciones de estrellas como Antetokounmpo (Grecia), Doncic (Eslovenia) y Jokic (Serbia). Y la resolución del anillo se alargaría hasta los también aplazados Juegos Olímpicos de Tokio. Una solución fácil sería recortar partidos, pero seguramente los equipos no estén por la labor de perder más ingresos, después de una temporada tan aciaga como la actual. A la NBA le han importado históricamente muy poco los campeonatos por selecciones, pero unos Juegos son diferentes, porque ahí se juega el honor de su propio país y de su propio baloncesto. Y más después del batacazo de Estados Unidos en el último Mundial. El lío está servido.