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"¡Ya qué más nos puede pasar!"

La exclamación fue unánime entre organizador y patrocinador: “¡Ya qué más nos puede pasar!”. Así se despidieron hace un año tras la celebración de la EDP Rock’n’Roll Madrid Maratón & ½. Es decir: la Maratón Popular de Madrid. En 2017 festejó su 40º aniversario en un ambiente aparentemente plácido, en el que AS colaboró con unos novedosos relevos, que en el fondo no fue tan tranquilo, porque la carrera estaba bajo alerta terrorista, y un vehículo extraviado generó cierta inquietud, sin que transcendiera en público. Un año después, en 2018, tuvieron que cambiar el recorrido dos meses antes por una ordenanza del Ayuntamiento de Madrid que impedía la meta en El Retiro. Y en la última edición, en 2019, hubo que adelantarla un día, al sábado 27 de abril, por la convocatoria de Elecciones Generales para ese domingo. “¡Ya qué más nos puede pasar!”. Y pasó. El más difícil todavía. Una situación inédita en la humanidad. La carrera, que tenía que haberse celebrado este domingo, ha sido aplazada al 15 de noviembre, bajo la enorme incertidumbre que rodea todavía a la pandemia.

Hugh Brasher, director de la Maratón de Londres, también inicialmente prevista para este fin de semana, ya maneja la posibilidad de que en su nueva fecha, el 4 de octubre, sólo compitan los atletas de élite. La solución no es nueva: ya se tomó en la Maratón de Tokio allá por febrero. La capital inglesa reúne a 43.000 runners, demasiada gente para los tiempos que corren. Madrid acoge a 13.000 en la carrera reina, que asciende a casi 40.000 con la Media y los 10 kilómetros. Hasta noviembre todavía queda margen para Mapoma, pero las previsiones generan preocupación. Irene Lozano, presidenta del CSD, dijo recientemente que no veía público en los estadios hasta que hubiera una vacuna. El fútbol ya ha asumido que sus gradas estarán vacías hasta 2021. Y esa misma amenaza sobrevuela las pruebas populares.