Hay más vida detrás del Tour

Este jueves estrenamos Conectad@s, un foro digital que pretende poner en contacto a los diferentes actores del deporte, a organizadores, deportistas y patrocinadores, en estos tiempos oscuros en los que las competiciones están paradas. El deporte, como cualquier otra industria, sufre económicamente las consecuencias de la inactividad que provoca la lucha contra la pandemia. Detrás de esa prioridad absoluta de salvaguardar la salud, el deporte trabaja en un puzle de planes alternativos para estar listo cuando el semáforo se ponga en verde y se pueda recuperar cierta normalidad, total o parcial. Habrá que analizar también entonces cuánto cuesta curar las heridas. Hoy empezamos con un debate sobre La Vuelta. Y mañana llegará MotoGP. Dos eventos tan cargados de incertidumbre como la vida.

La Vuelta a España ha sido trasladada al otoño, en un movimiento de fechas que llevó al Tour de Francia al 29 de agosto, dos meses después, para intentar proteger la parte esencial de la temporada. Hubo un consenso inicial para salvar el Tour como motor del ciclismo, porque de esta carrera dependen como mínimo la mitad de los impactos publicitarios de los equipos. Una vez reflotado el Tour, se trabaja en recomponer el resto del calendario. Un rompecabezas. Y aquí ya da la sensación de que no hay tanto consenso. Cada uno tira para su lado, es lógico. “Todos tendremos que ceder”, advierte Javier Guillén, cuya carrera sitúan algunas noticias en noviembre, seguramente empujadas por vientos procedentes del entorno del Giro de Italia. La Vuelta quiere morder el mayor número posible de días de octubre para huir del frío. Durante este primer Conectad@s hubo una frase relevante de Guillén: “Todo por el Tour, pero no el Tour contra todos”. Significa, ni más ni menos, que hay ciclismo más allá. Y ofrece un dato: la Vuelta tiene 400 millones de espectadores en el mundo. También hay que salvarla.