ALFREDO RELAÑO

Tebas-Rubiales, la guerra por la guerra

Hay quien encuentra obsceno que con la que está cayendo el fútbol ande echando cuentas sobre cómo volver cuando pueda. A mí me parece natural.

Hay quien encuentra obsceno que con la que está cayendo el fútbol ande echando cuentas sobre cómo volver cuando pueda. A mí me parece natural. Los Infantino, Ceferin, Tebas, Rubiales y demás hacen bien en discutir ahora, y no a partir del día en que se levante bandera verde, cómo apurar el tiempo para terminar lo que ha quedado pendiente. Es su tarea, porque todos vivimos de la esperanza de que algún día vuelva la normalidad y en ella entrará la necesidad de recuperar 11 jornadas de Liga (en el caso de España, parecido en otros), a toda prisa, y de completar las competiciones europeas. Hay mucho que encajar y no se sabe desde qué fecha.

Será cuando diga el ministro Illa, no cuando diga Tebas, dijo la secretaria de Estado la otra noche en la COPE. Una obviedad impertinente, porque Tebas no pretende fijar la fecha de retorno, sino preparar planes (de acuerdo con la UEFA y los clubes) para cuando sea posible. A esa simpleza añadió la mezquindad de contraponer los más de setecientos muertos del día al deseo de Tebas de recaudar cientos de millones. Esta secretaria de Estado ha tomado parte demasiado pronto en la guerra Rubiales-Tebas, que estos días se hace más absurda que nunca, y eso ha envalentonado más todavía a Rubiales, que se está poniendo en evidencia.

Ha hecho bandera de que partidos cada 48 horas (cosa que apenas se ha tratado más que como una rarísima excepción para una o dos veces) de ningunísima manera, y resulta que él permitió hasta cinco partidos en la Copa en esas circunstancias. Digo que esta guerra es más absurda ahora que nunca porque los dos están de acuerdo en lo esencial: en que LaLiga hay que terminarla sí o sí. A partir de eso, se diría que Tebas, al que le sobran deslices como el del campo del Madrid, busca soluciones y que Rubiales pone palos en las ruedas. Muy mal rollo. Claro, que si uno mira a la clase política... Pero del fútbol siempre se espera más.