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La etiqueta de nuevo Nadal

Rafa Nadal no se dejó cegar por la euforia del triunfo en la Copa Davis. Miró al futuro y lo vio oscuro. “Necesitamos un relevo”, dijo el balear, tras comprobar la lozanía que emanaba de otros equipos: Shapovalov (20 años), Auger (19), Rublev (22), Kachanov (23)… Por España, cuatro de los cinco integrantes eran ya treintañeros, sólo Carreño (27) no los ha cumplido todavía. Si nos vamos al top-100 del ranking de aquella fecha, únicamente había dos tenistas nacionales sub-23: Davidovich (20 años y 87º de la ATP) y Munar (22 y 86º). En contraposición a este dato, algunos de los rivales de esa horquilla de edad ya viven asentados en el top-10: Tsitsipas (20), Zverev (22), Medvedev (23), Berrettini (23)… “Hemos perdido un par de generaciones”, se lamentaba Nadal ante este sombrío escenario.

Los brotes verdes afloran un poco más lejos, en tenistas nacidos en el Siglo XXI. Y especialmente en uno: Carlos Alcaraz, un murciano de 16 años que este martes ganó a Albert Ramos, el 41º del mundo, en su primer partido en el cuadro final de un torneo del ATP Tour, en Río de Janeiro. Nadal lo hizo con 15 años ante el número 81. Así que la comparación es inevitable. Y peligrosa. Quienes conocen de cerca los entresijos del tenis sabían de su calidad antes de este resultado que le ha situado en primera plana. No es casualidad que Alcaraz, a su temprana edad, pertenezca ya a la potente agencia de representación IMG, tenga firmados contratos con Nike y Babolat, y progrese bajo las órdenes de Juan Carlos Ferrero. Su nombre suena como el ariete de un prometedor grupo en el que también destacan Carlos Gimeno, subcampeón júnior de Wimbledon, y Pablo Llamas y Mario González, que ganaron la Davis de su categoría junto al propio Alcaraz. Es muy tentador verle como el nuevo Nadal. También precipitado. De momento sólo ha dado un pasito precoz. Todavía le faltan otros muchos. Los más difíciles.