Nadal-Djokovic, para empezar el año

La primera final de la temporada deparará un Nadal-Djokovic, el número uno contra el número dos del mundo. España-Serbia. Un atractivo broche para el estreno de esta artificial ATP Cup, un plagio de la reciente Davis de Piqué. No importa: el buen tenis siempre gusta, venga de donde venga. Y las competiciones por países, tengan el refrendo oficial de las federaciones, como aquella, o avancen de la mano de una celosona entidad privada, como esta, siempre escarban en los sentimientos más hondos. El desenlace soñado en Madrid se celebrará este domingo en Sídney, esa es la realidad. El formato ya cansa un poco al espectador, porque supone un déjà vu, un mes y medio después de la Caja Mágica. Pero un Nadal-Djokovic siempre es un Nadal-Djokovic, aquí o en la Cochinchina.

Ambos necesitaron tres sets ante dos oponentes que proyectan alto: el ruso Medvedev, de 23 años, y el australiano De Miñaur, de 20. El NextGen pega fuerte y tiene prisa por asaltar el trono. Pero ambos doblegaron a sus rivales: la experiencia también gana partidos. El caso de Rafa Nadal es el mejor ejemplo. El balear volvió a estar contra las cuerdas por segunda jornada consecutiva, un día después de sucumbir ante David Goffin. El cambio de pista, el calor, las piernas… A Rafa no se le ve tan a gusto en Sídney como lo estuvo en Perth. Pero tiró de sus años, de los consejos del banquillo, de la variedad de su juego, hasta que una ruptura decisiva en el segundo parcial descolocó al emergente De Miñaur, que este sábado aprendió que el tenis no sólo se lleva en la raqueta, también en la cabeza… y en el corazón. La remontada de Nadal añade una inyección de moral para la final: no es lo mismo encarar a Djokovic dos veces zarandeado, que con un triunfo. Antes del duelo estelar competirá Roberto Bautista, que llega con pleno de victorias y una buena lección a Kyrgios. El complemento perfecto.