Artes marciales olímpicas

España ya suma 160 plazas olímpicas para Tokio 2020, 107 masculinas y 53 femeninas, de 17 federaciones diferentes. Hoy, seguramente, aumentará esa cifra en los Mundiales de vela. Los dos últimos en incorporarse han sido también en este fin de semana, Javier Pérez Polo y Raúl Martínez, que se añaden en taekwondo a Jesús Tortosa, que ya había obtenido el pase en noviembre, para clasificar por primera vez a tres hombres para unos Juegos. Marta Calvo todavía tendrá que esperar al Preolímpico europeo en abril. El resultado es muy relevante, porque esta disciplina se ha convertido en uno de los viveros de medallas españolas en las dos últimas ediciones, con cinco de sus seis podios históricos en Londres 2012 y Río de Janeiro 2016: un oro y cuatro platas. El nivel se mantiene.

El taekwondo, en particular, y las artes marciales, en general, brotan como un manantial de esperanza para el medallero. En Tokio, además, será por partida triple. El kárate, que tendrá un efímero debut, se alza como el pronóstico más cristalino con los dos representantes de katas: Sandra Sánchez y Damián Quintero. Ambos ocupan actualmente el liderato en el escalafón mundial, en el caso de la talaverana por quinto año consecutivo. Sólo un doloroso imprevisto los bajará del cajón. La condena para este deporte es que carece de porvenir olímpico, porque ha quedado fuera del programa de París 2024 antes incluso de estrenarse. Sandra y Damián, ambos treintañeros, gozarán de su oportunidad, pero la puerta se cierra para el futuro. Al taekwondo y al kárate hay que agregar al judo, que en su momento fue otro de los semilleros de medallas, aunque el oro de Isabel Fernández cerró el grifo en seis podios allá por Sídney 2000. Ya toca remontar ese peldaño, así que apunten un nombre: Nikoloz Sherazadishvili, campeón mundial en 2018 y vigente líder del ranking de 90 kilos. España pelea.