Pablo Laso cubrió de flores a Usman Garuba en la víspera de la visita al Estrella Roja: “Tiene algo especial, propio de los grandes jugadores”. El pívot de 17 años ha disputado los dos últimos partidos de la Euroliga, con un promedio de 17 puntos de valoración, el mejor del equipo. Con Salah Mejri y Felipe Reyes lesionados, y con Trey Thompkins apartado y desenfocado, Laso volverá a tirar del canterano, como ya ha hecho sin titubeos en los siete partidos victoriosos del Real Madrid en la Liga Endesa.

De igual manera apostó en su día por Luka Doncic, otro imberbe criado en la casa blanca, que triunfa en la NBA con 20 años, dos cursos después de haber liderado al Madrid en Europa, en aquella Décima que se elevó, precisamente, en el mismo escenario de este jueves: el Stark Arena de Belgrado. Las casas de apuestas sitúan ya al esloveno entre los diez primeros en la lucha por el MVP de la liga americana. Seguramente no ocurrirá, pero el simple hecho de que se pueda plantear demuestra su intenso brillo, el mismo resplandor que el técnico detecta ahora en Garuba.

Con la perla madrileña en sus pensamientos y en sus declaraciones, Laso afronta la cuarta salida europea de la temporada. En las tres anteriores sumó sendas derrotas ante Zalgiris, Efes y Bayern, las tres de forma consecutiva. Después de la última, el pasado miércoles, el Madrid ha logrado dos victorias ante el Alba Berlín y el Baskonia. La inercia se ha enderezado, pero los números siguen sin abrir una sonrisa en Europa, con más puntos en contra (81,6) que a favor (78,5) y un balance de 3-3 que esta semana tiene que pulsar si el ascensor sube o baja. Las lesiones castigan, los mundialistas no carburan, los interiores van con los intermitentes, la defensa hace aguas… Pero tampoco hay motivo de alarma. Faltan 28 partidos de la liga regular. Esto es baloncesto.