El debut mundialista nos dejó dos Españas, la que salió a verlas venir, como en campeonatos anteriores, y la que lavó rápido su cara desde el tramo final del segundo cuarto. Pasó entonces de perder por 10 (19-29) a mandar por cuatro (33-29) merced a un parcial de 14-0 en apenas tres minutos. La segunda parte recuperó ya de pleno el guion previsto cuando sonaban los himnos. Túnez fue un rival motivado, pero sin el físico ni el talento para apretar al segundo equipo del ránking FIBA. Y la Selección mostró gran competencia, acertadísima tras compartir realmente bien el balón (31 asistencias) y, ahora sí, muy concentrada en defensa. Esa aplicación atrás fue la abisal diferencia entre la inquietud del inicio y la exuberancia del final: 59-23 en la segunda parte.

Ricky Rubio volvió a ejercer de líder con Marc Gasol aún al trote pero de vuelta; Juancho Hernangómez y Pau Ribas estuvieron muy certeros; Víctor Claver completó una buena labor; Willy encontró a sus compañeros tras recibir dentro y Sergi Llull coronó con una de sus clásicas mandarinas de nueve metros una apabullante racha de diez puntos seguidos. Le dará confianza; España lo necesita, y mucho.

Buen sabor de boca general, aunque nos hallamos casi igual de lejos de lo que quiere Scariolo del equipo que cuando las dudas se apilaban en las redes sociales al poco del salto inicial. Que el Mundial haya crecido tanto, hasta los 32 equipos, desluce mucho su arranque y cualquier amago de conclusión queda cogido con un par de pinzas. La jornada inaugural nos dejó seis victorias en ocho partidos por 15 o más puntos, entre ellas el +46 de Serbia y de Italia, el +39 de España y el +26 de Argentina. Elocuente. El campeonato está sobredimensionado y van a ser muchos los partidos rotos en esta primera fase al descanso o poco más allá. A priori, eso sí, en el otro lado del cuadro puede haber algo más de chicha. De momento, este domingo veremos un Canadá-Australia y un Francia-Alemania, además de los estrenos de la Grecia de Antetokounmpo y de Estados Unidos.