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Una enseñanza de la 'semana inglesa'

Cuando yo era niño se empezaba a hablar en España de ‘semana inglesa’. Un día pregunté qué cosa era eso y los mayores me explicaron que los ingleses libraban el fin de semana entero, sábado y domingo. Aquí se trabajaba el sábado y los escolares acudíamos rigurosamente a clase, mañana y tarde. Se apiadaban de nosotros la tarde del jueves, en la que había libranza. Con el tiempo, la semana inglesa se impuso aquí (en la enseñanza, primero, la tarde de los sábados, en lugar de la del jueves, luego los sábados completos) y así mudaron nuestras costumbres. Adoptamos aquello con la misma naturalidad con que adoptamos en su día el fútbol.

Porque ahí quería llegar, claro, al fútbol y su ‘semana inglesa’. Dos finales, la de ayer, Arsenal-Chelsea, y la del sábado, Tottenham-Liverpool. La Premier se ha subido al taburete de sus enormes derechos televisivos, ha actualizado métodos con la importación de entrenadores de otros espacios futbolísticos y de nuevo mira desde arriba al resto del fútbol, como cuando los ingleses eran los únicos profesionales (aún hoy quedan clásicos que hablan de los 'pross' al referirse a la selección inglesa). Yo no lo lamento. Les debemos la invención del fútbol, y por lo que respecta al nuestro, tan exitoso en Europa estos años, no le viene mal una reflexión.

Y en cierto modo estamos también ahí, caramba. El Arsenal tiene entrenador español, nieto de un portero del Real Unión que estrenó nuestra Liga, en ambos equipos había varios españoles y el éxito de Hazard ya fue celebrado como cosa propia por los madridistas. Y respecto a la Champions, ponemos estadio y animación ambiental, ambas cosas a la altura del acontecimiento. Bienvenida sea esta ducha de fútbol inglés, renovado en lo que necesitaba, pero clásico en la preservación de unos valores entre los que quizá el principal sea que el club sigue estando por encima de las figuras. Aquí es al revés. Eso podemos aprender de ellos.