Gracias por tanto

Sería injusto dar las gracias solo a Rubi por la clasificación europea, pues pese a ser el principal artífice no es el único responsable. Y sería injusto también porque el entrenador catalán ha hecho mucho más que devolver al Espanyol a Europa. Ha devuelto la sonrisa a un club demasiado acostumbrado a los fracasos y falto de éxitos. Los abrazos volvieron a Cornellà, o realmente llegaron, porque nunca antes se habían dado con esa intensidad. Desde Glasgow, y de eso hace ya 12 temporadas, el perico no lloraba como lo hizo ayer.

Pero el éxtasis final no puede, ni debe, tapar el trabajo que ha hecho Rubi en el Espanyol. La clasificación europea no es sino la consecuencia de haber hecho una apuesta, quizás arriesgada, pero que ha devuelto la identidad al equipo. Nadie es capaz de decir a qué jugaba el Espanyol antes de Rubi porque sencillamente no jugaba a nada. Se dedicaba a transitar por la competición con pena y ninguna gloria y los abrazos quedaban reservados para pequeñas victorias ligueras. Ahora el Espanyol tiene una idea de juego y la desarrolla mejor o peor, pero es fiel a sí mismo. Y el equipo puede caer en la previa, en las primeras rondas o en otra fatídica final de la Europa League, pero mientras Rubi se siente en el banquillo caerá con orgullo. O levantará el título que el destino le debe.

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