Los 'reds' creyeron en el imposible

Hay partidos que duran toda una vida, otros un año y algún otro que debería seguir disputándose. Ayer se dio todo eso en Anfield. El Liverpool sabe que tiene la historia de su lado: ganó muchas veces, a veces cuando era imposible. Y eso es muy complicado, pero de eso se hace historia. Por esa fe el primer tanto lo marcó Anfield. Cuando se conjuran las estrellas puede pasar de todo porque de todo ha pasado en este estadio. Y la leyenda creció todavía más ayer. Desde ese momento a Anfield se le oyó hasta en la luna. El Barcelona jugó ayer el partido de Roma de hace un año. En Italia la temporada pasada el equipo no se preparó mentalmente ante el caso de que la cosa se torciera. Así que ayer tocaba sufrir, algo que Valverde les recordó docenas de veces en los últimos días.

Pero además había que jugar y se hizo poco. El Liverpool había sacado un montón de lecciones de la ida, una de ellas fue que no había sido inferior. Pero que, como les dijo Van Dijk a los suyos en el vestuario del Camp Nou: “Chicos, esto ese el fútbol de élite”. Él había cometido dos errores costosos en la ida. Pero el fútbol, como casi siempre, te da una segunda oportunidad. Messi, con empate a cero, se quedó en el área en una de esas ocasiones que nunca falla. Pero Van Dijk puso el pie. En el momento justo. Una nueva alineación cósmica. Se jugó de nuevo a lo que quiso el Liverpool, pese a la advertencia de Messi. Once tíos de rojo creyeron en el imposible y se volvió a demostrar que casi nada lo es. La pena es que al final llegó el final. Nos hubiéramos quedado en Anfield un año más.

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