En el país de los enchufados

He sentido vergüenza ajena. Una enorme vergüenza ajena. Los debates de estos tres últimos días sobre la titularidad de Luca frente al Huesca me han parecido de lo más vil que se puede hacer en materia de comentario deportivo. Adoro España y sus gentes, les debo casi todo tanto en mi carrera profesional como en mi vida personal. Siempre les defenderé. Pero que en el país del amiguismo y el país de los enchufados se le reproche a Zidane haber puesto a su hijo en la portería cuando Courtois estaba lesionado y Keylor había vuelto muy tarde de su selección, es para echarse las manos a la cabeza. ¡Manda huevos!, como diría aquel. ¿Nadie se da cuenta de que hacer este tipo de alusiones es insultar gravemente a un entrenador que acaba de ganar tres Champions seguidas y menospreciar a un chico que está aquí por méritos propios?

Me gustaría recordar que cuando el Madrid decide, el pasado mes de enero, que Luca debe volver a ocupar el puesto de tercer portero, Zidane no era técnico del primer equipo. Ni siquiera se podía imaginar que fuera a sentarse de nuevo en el banquillo merengue. Los mismos que siempre se llenan la boca con la cantera y que piden que jueguen futbolistas de La Fábrica, son los que ahora se hacen preguntas sobre la honestidad de Zizou a la hora de escoger a un portero que lleva toda su vida de blanco. No lo entiendo. Menos mal que el técnico está acostumbrado a lidiar con la bajeza humana y que no se va a dejar intimidar para confeccionar su equipo.

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