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Transición dulce o amarga

A mitad de temporada el Real Madrid ha perdido ya diez partidos, una marca negativa que no se alcanzaba a estas alturas desde hacía veinte años. El dato corrobora la sensación de transitoriedad que transmite el equipo, es evidente que ha terminado un ciclo y se está inmerso en una época de cambio. Son conscientes los aficionados y, lo que es más importante, los dirigentes. La gestión de la salida de Cristiano se sabía que no iba a ser fácil, pero los problemas con el gol y las dudas con los entrenadores han acelerado la inevitable metamorfosis. El año que viene el club tiene previsto hacer cambios estratégicos en la plantilla: llegará un central que pueda ser titular, con lo difícil que es eso; un centrocampista de mando (Eriksen era el elegido pero está casi imposible); y un delantero que traiga gol e ilusión a la grada del Bernabéu.

Ya se trabaja en ello. Por el camino hasta el verano se tiene que ir fraguando otra parte del Madrid del futuro con los jóvenes que deben demostrar que han llegado para quedarse: Vinicius, Valverde o el siguiente, Rodrygo. Pero todo eso son planes y mientras tanto quedan cinco meses de competición que se pueden hacer muy largos con el desconcierto que tiene Solari en el campo. Ya se ha asumido por parte de todos que es un año de transición, queda por ver si no se hace el ridículo. Eso bastaría...