Manacorense o manacorí

Tanto “manacorí” como “manacorense” se han leído y escuchado mucho estos días con motivo de la presencia de Rafa Nadal, nacido en Manacor, en el Open de Estados Unidos. Pero ni uno ni otro término figuran en el Diccionario académico. Eso es normal, porque si se hubieran incluido todos los gentilicios del español habría sido necesario duplicar sus páginas y dedicar ingentes recursos a tan descomunal tarea (raro será el pueblo de España o de Hispanoamérica que no disponga de su propio gentilicio; y a ellos habría que añadir los que corresponden en español a localidades del resto del mundo).

El gentilicio “manacorense” se ha utilizado tradicionalmente en castellano para referirse a los habitantes de ese municipio situado en Mallorca. Y el término “manacorí” corresponde por su parte al uso habitual en lengua catalana.

La terminación “-ense” ha creado muchísimos gentilicios en español: canadiense, ateniense, conquense, abulense, cuernavaquense, ilerdense, gerundense, bonaerense, hollywoodiense... Y hasta el imaginario liliputiense.

En cambio, la terminación en “-í” (acentuada) ha resultado menos productiva, aunque no falten ejemplos: ceutí, marbellí, magrebí, iraní, iraquí, guaraní, kuwaití...

Pero es curioso que ni una sola de las provincias españolas ofrezca un gentilicio terminado en esta vocal, mientras que la opción “-ense” nos da al menos 15 (excluidos los poco usuales --aunque existentes--, como “matritense” o “alavense”). Ahí están “lucense”, “pacense”, “oscense”, “onubense”, “jienense”...).

Por el contrario, el catalán sí produce muchos gentilicios terminados en “-í”, cuyo plural se forma normalmente en “-ins”: manacorins, cerverins, mallorquins, barcelonins...

En castellano los gentilicios terminados en “-í” ofrecen dos terminaciones válidas en plural: israelíes o israelís, guaraníes o guaranís, bagdadíes o bagdadís. No obstante, en la mayoría de los periódicos se opta por la forma “-íes”: paquistaníes, sefardíes, yemeníes...

En resumen, tanto “manacorense” como “manacorí” pueden considerarse bien formados en español, si bien “manacorense” tiene mayor enraizamiento. Preferirlo a “manacorí” (como lo prefiero yo) es sobre todo una cuestión de estilo, pero también de tradición y coherencia.

Sin embargo, si un día se consolidara también “manacorí”, no estaríamos ante el único caso de gentilicio duplicado: manacorense y manacorí, pamplonés y pamplonica, granadino y granadí, albaceteño y albacetense, parisino y parisiense, hispalense y sevillano, cántabro y montañés, coruñés y brigantino...

De hecho, el doblete manacorí/manacorense sí aparece en el Diccionario del Español Actual, dirigido por el académico Manuel Seco; pero sólo a partir de la edición de 2011. En la primigenia de 1999 no figuraba ninguna de las dos opciones. Y es lógico: Rafa Nadal tenía entonces 13 años.