Tratamiento conservador
Los aficionados al deporte acaban teniendo unos cuantos conocimientos de medicina. Reciben información continua sobre lesiones óseas o musculares, deducen lo que son los isquiotibiales (palabra que, por cierto, no hallarán en el Diccionario de las Academias), conocen la importancia de que se rompa el ligamento cruzado, pueden pontificar incluso respecto a las sobrecargas de un jugador y las protrusiones de otro.
No deseamos criticar la complicada terminología médica, pues toda profesión necesita tecnicismos, pero sí conviene abordar cierta expresión que surgió del ámbito de la medicina y se va extendiendo al español general con posibilidades de producir “lesiones” en la lengua.
Se trata de adjetivo “conservador”. Los doctores suelen explicar que abordarán determinada lesión mediante “un tratamiento conservador”. Eso ya de entrada tranquiliza, pues deducimos que al deportista en cuestión no le van a amputar ninguna parte del cuerpo.
En realidad, los médicos desean expresar con ese adjetivo que emplearán un tratamiento poco intervencionista, lo que descarta una operación quirúrgica. Se prescribirán más bien, entonces, ejercicios de rehabilitación, reposo, fisioterapia o cualquier otra alternativa a la intervención en el quirófano.
Como es sabido, el idioma español se estropea sobre todo por culpa de las clases cultas: a menudo, por personas que se hallan en contacto con el inglés y lo han estudiado y usado tanto que se les ha olvidado el buen español.
Así, algún médico empezó a decir “conservador” por clonación del inglés “conservative”, que en contextos políticos significa “conservador” pero en otros (por ejemplo en los tratamientos médicos y en la gestión de empresas) equivale a “prudente”. Y como sucede casi siempre que se extiende un término anglicado, van desapareciendo por su culpa los equivalentes más ricos y precisos en español, como el citado “prudente” y otros como “moderado”, “cauteloso” o “precautorio”, aplicables en estos supuestos.
En español se usa bien “conservador” cuando este adjetivo califica a alguien que es “favorable a la continuidad en las formas de vida colectiva y adverso a los cambios bruscos y radicales”. Lo que viene llamándose “ser de derechas”.
Así, un “tratamiento conservador” en medicina tendría su antónimo en un “tratamiento izquierdista” o “progresista”, pongamos por caso. Lo cual no procede.
También se dice erróneamente que un técnico “es muy conservador” (nuevamente con desalojo de palabras más adecuadas) o que emplea una “táctica conservadora” (es decir, un “planteamiento defensivo”).
Frente a estos malos usos, valdría la pena defender y conservar (ahora sí) la riqueza del español.