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El atletismo inspira esperanza

España cerró los Europeos de atletismo con dos podios más, una plata y un bronce por equipos en maratón, unas clasificaciones que hasta ahora no se contabilizaban. Un regalo dominical. Un cuarto puesto de Javier Guerra, un quinto de Pablo Torrijos y un sexto de Jesús España remataron la jornada. El equipo acaba con diez medallas: dos oros, tres platas y cinco bronces. Son dos más que en Amsterdam 2016, pero entonces sin la marcha y el maratón en el programa, dos disciplinas que aquí han sumado seis podios. Esta cosecha supone la novena plaza en el medallero y la cuarta en el total de medallas. Si nos vamos a la clasificación por puntos, que se establece con los finalistas, sería quinta. España trasladó a Berlín la tercera delegación más amplia. Hasta aquí, los números. Ahora vamos con las sensaciones. Buenas y malas.

Hay un aspecto incorregible: el hábito de hinchar las expediciones. Eso depara demasiadas eliminaciones a la primera. Un ejemplo: ningún lanzador entró en su final. Al menos sí ha habido un cambio general de discurso. Aquello de “estoy feliz por venir” se ha convertido en “no cumplí mi objetivo”. Eso ayuda a crecer. Números aparte, en los planes de la RFEA y en el deseo del aficionado entraban ‘otras medallas’. Un podio individual de Hortelano o Husillos, o un oro de Peleteiro o el 4x400, para sentirnos más plenos. No llegaron, pero la imagen no es mala. Hay algo que vale más que una medalla: Hortelano concitó un interés excepcional y su carrera se emitió por La1. Se palpa una ilusión y una actitud que aún tiene recorrido. Siempre es mejor eso, que tragarte una foto con el oro de Ilias Fifa. Este equipo inspira esperanza.