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Por qué llamamos “pross” a los ingleses

Los jugadores de la selección de Inglaterra han sido denominados a menudo “los pross” durante el Mundial.

El anglicismo aparece en ocasiones escrito en cursiva; en otras, en mayúscula; y no faltan casos de mayúscula y cursiva.

En los periódicos hemos leído frases como éstas: “Los pross, campeones en 1966, no alcanzaban una semifinal de la Copa del Mundo desde 1990”. “Los Pross aniquilaron la amenaza sueca con artillería aérea”. “Jordan Pickford acabó con la maldición que perseguía a los ‘pross’”. Se trata de una vieja forma de referirse a los integrantes de ese equipo de fútbol, y tiene su historia.

En los comienzos de este deporte, los futbolistas se desempeñaban como aficionados. Cuando llegó el profesionalismo, algunos lo consideraban sospechoso. Ya no se trataba de ejercitarse y practicar un deporte por el gusto de mejorar y de competir entre caballeros, sino de ganar un sueldo. Incluso en los Juegos Olímpicos se rechazó durante decenios, lo que dio lugar a todo tipo de trampas destinadas a que quienes dedicaban su vida al deporte (de forma remunerada) pudieran colarse entre los participantes.

Ahora nos parece increíble que alguna vez se haya podido discutir al respecto, pero en su día la cuestión dio lugar a fuertes polémicas internacionales. Como cuenta Alfredo Relaño en el libro ‘Tantos mundiales, tantas historias’, Inglaterra llegó a abandonar la FIFA en 1926 porque no se tuvo en cuenta su visión al respecto. Y no regresó hasta después de la II Guerra Mundial (1945).

El caso es que los futbolistas ingleses habían sido los pioneros en cobrar por jugar, a principios del siglo XX; y, como parece obvio, defendían la existencia de deportistas profesionales. Por eso se les llamó los “profesionals”, de modo que se destacaba ese rasgo para distinguirlos de los jugadores del resto del mundo, que se circunscribían a las categorías denominadas “amateur” o “aficionados”. Y el adjetivo “profesionals”, a fuerza de usarse, derivó entre nosotros en la abreviación “los pross”. Y con ella se quedaron desde entonces.

No debe entenderse con todo esto que solamente los británicos adquirieran esa condición de profesionales. Otros países también acogieron el deporte remunerado. Pero quien da primero da dos veces, y los ingleses se quedaron con el nombre.

Así que los inventores del fútbol fueron también los pioneros en cobrar si se dedicaban por entero a él. Por eso en el fútbol importante de ahora los únicos “aficionados” son los que están en la grada.