Bale y el mérito

Se ponga como se ponga el agente de Bale, clamando a los cuatro vientos historias de amor recíproco entre el Madrid y su representado, el futuro del galés no pasa por el equipo blanco la próxima temporada. No, al menos, si es Zidane quien sigue tomando las decisiones. Algo ha cambiado en la relación entre el técnico y el extremo, aunque Zizou lo niegue con esa sonrisa con la que despeja balones en cada rueda de prensa. El fantasma de las lesiones ya no es excusa: Bale encadena cuatro meses sin dolencias tras sus calvarios del curso pasado y del inicio de éste. Y, pese a que siempre planea sobre su rendimiento esa sensación de obra inacabada, fruto de su carácter introspectivo tanto dentro como fuera del terreno de juego, ha dejado más de lo que parece esta temporada: es el segundo máximo goleador del equipo, con 14 goles, sólo superado por Cristiano, pese a ser el 15º en minutos jugados. Zidane no lo vio suficiente ante el PSG, ni en la ida ni en la vuelta; tampoco en el Juventus Stadium, donde ni calentó y su cara era un poema.

Pasan las finales para el Madrid (todas en Europa, tras desperdiciar Liga y Copa injustificablemente) y Zidane deja claro que no tiene a Bale entre sus elegidos para jugarlas. Lucas, Asensio e Isco le han ganado la batalla en la mente del técnico, quizás con méritos suficientes. Pero no es sólo el mérito lo que mueve al preparador blanco; de ser así, Benzema (nueve goles en más de 2.500 minutos) podría correr la misma suerte que Bale, pero Zidane ya prometió en diciembre una defensa "hasta la muerte" de su delantero titular. Manda Zizou, que para eso le pagan y hasta ahora ha acertado mucho más de lo que ha fallado. Pero la visita de una Juventus que saldrá a la desesperada es una nueva oportunidad para reenganchar a un Bale que mostró en el derbi atisbos del jugador que fue en Inglaterra. Le ayuda entender, al fin, que nunca va a ser tan decisivo como jugando en la banda izquierda, el habitat natural de ese físico de atleta.

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