Un recital de bromas macabras

Como la atemorizada pareja que separa sus caminos en la primera escena de una película de terror fueron los ocho minutos iniciales del Eibar-Espanyol, con la lesión de Sergio García, la pérdida de Darder y el 1-0. Mudaron los pericos en Wes Craven, George A. Romero o John Carpenter, para brindar un largometraje de miedo que, antes de los créditos, ya daba pistas. “Recordad cómo estábamos hace tres semanas, nadie nos va a volver a meter ahí”, exclamaban en el vestuario del Eibar antes del encuentro, que acabó con el conjunto armero (y perdón por el ‘spoiler’ si no vieron la peli) por delante del Espanyol en la clasificación. 

Tan importante es la motivación como el arbitraje —no contribuyó Undiano ni con un fuera de juego inexistente de Baptistao y Gerard, ni mucho menos con el penalti que no era de David López— y, más aún, como el juego. Avisaba Quique que no sería “un partido bonito”, y puso su equipo todos los elementos para darle la razón. Inexistente en ataque, se resquebraja atrás con pérdidas que antaño no entrañaban peligro y que ahora resultan letales (ya sucedió ante el Valencia o en el primer gol del Tenerife, el jueves). E incluso son estériles entradas como las de Granero y Melendo si la única salida son los balones largos. Para colmo, brillaron dos ‘ex’, Arbilla y Jordán. Y, en un ataque inoperante, el gol perico fue en propia meta. Una broma macabra.

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