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Cuando los caballos te hacen feliz

El ministro Íñigo Méndez de Vigo no vio el Clásico del domingo. No vio los goles ni las jugadas polémicas, no asistió a un espectáculo de diez porque a esa misma hora se jugaba otro partido que suena a final del Mundial: las elecciones francesas, que son mucho más que francesas. Eso sí, su corazón vivirá emociones fuertes en las próximas semanas, con el doble duelo Real Madrid-Atlético de Champions como inminente caviar. En realidad, el ministro dejó claro en su visita a AS que el fútbol no le quita el sueño. No lo ha hecho nunca, ni siquiera en su niñez, aunque en un voleón a lo Zidane recitó de carrerilla la alineación del Zaragoza que con sus Cinco Magníficos deleitaba en los años 60.

Lo que de verdad le gusta a Méndez de Vigo son los caballos. No lo oculta, se le iluminan los ojos cuando habla de turf, de un purasangre campeón o de sus jornadas en el Hipódromo de La Zarzuela, que apostamos a que es uno de los lugares en los que el ministro ha sido realmente feliz. Por eso vuelve cada vez que puede, aunque la agenda le requiera ahora para otras carreras trufadas de obstáculos como la del canon en el baloncesto de la ACB, las elecciones a la Federación de Fútbol o asuntos de despacho/despacho como la Ley de Mecenazgo y la Ley del Deporte. “Me parece que goza de muy buena salud”, dice Méndez de Vigo sobre el deporte español. Y poco después se despide y abandona nuestra redacción para seguir con su cargada agenda. Con lo feliz que sería uno viendo galopar a un caballo por la curva de El Pardo...