Messi, 41,33%; Cristiano, 27,76%; Neymar, 7,86%

Messi recibió ayer su quinto Balón de Oro, lo que le distancia de forma que parece definitiva de Cristiano (ya le gana 5-3 y tiene más tiempo por delante) y también de todas las otras grandes estrellas de la historia, que a lo más que llegaron fue a tres. Cinco en siete años, más lo que esté por llegar. Nos hallamos ante un jugador extraordinario, al que aún queda carrera por delante y con un estímulo: ayer dijo, y seguro que con sinceridad, que cambiaría los cinco Balones de Oro por un Mundial. Mientras eso llega, puede seguir acumulándolos, porque aún está por encima de todos los que aparecen en el radar.

Cristiano quedó más cerca de lo esperado (27,76% de los votos, por 41,33% de Messi y 7,86% de Neymar) y recibió un guiño cariñoso del argentino. La rivalidad ha dado paso a un compañerismo discreto y entrañable. Neymar fue tercero a más distancia de lo que se pensaba, pero queda claro que ha llegado al podio para quedarse. De lo que viene por detrás en edad, es con diferencia el mejor y pinta como heredero. Lo que no sabemos es cuándo. Hace ocho años que no gana el Balón de Oro nadie que no sea Cristiano o Messi. Nunca en la historia del premio se había dado esto. Él parece destinado a la sucesión.

La gala tuvo muchas cosas buenas y una mala: tres ausencias. Luis Enrique y Guardiola, estupendos los dos, no acudieron, y tampoco Neuer, portero del equipo ideal, cuya foto quedó rota. Luis Enrique y Guardiola se parecieron a Mourinho. Luis Enrique, que resultó ganador, perdió la ocasión de parecerse más bien a Del Bosque, que en su día hizo un precioso alegato en favor del fútbol. Ayer escuchamos bastantes cosas bonitas, algunas emotivas, de los premiados. Agradecimientos que honran al fútbol. Pero ellos dos se consideran por encima de estos fastos. Diferentes de los que sí fueron. Especialitos.

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