Nico Rosberg dice adiós al Mundial

Las tres décimas. Decía Enzo Ferrari que “cuando un piloto es padre, pierde tres décimas por vuelta”. Y casualidades de la vida, el rubio oficial de Mercedes, Nico Rosberg, que estrenaba paternidad en Monza, perdió literalmente esas tres décimas en clasificación y carrera. Bueno, realmente perdió mucho más. Pero vamos por partes.

Volver a lo usado. La paternidad, la mala suerte, el destino o lo que sea, hizo que el nuevo motor de Nico, con siete tokens de evolución, fallara en los entrenamientos libres del sábado y hubiese que cambiarlo por otro usado en Spa y en otros cinco grandes premios más. Un propulsor con demasiados kilómetros encima, con la especificación antigua y que le hacía perder esas preciadas décimas que ya vaticinaba Enzo Ferrari...

Mensaje rotundo. En el otro lado del box, al rubio no oficial del equipo Mercedes, Lewis Hamilton, todo le iba de cara. El inglés no estrenaba paternidad (ni siquiera tiene pareja reconocida). Lo que sí lució en el circuito de Monza, al margen de su comentado nuevo color de pelo, fue toda una declaración de intenciones tatuada en su cuello en forma de águila. Este ave “es un líder nato y se impacienta con los que no pueden volar tan alto ni tan rápido”, rezaba su cuenta de ‘Instagram’. Ahí queda eso.

La otra cara. Y Hamilton arrasó. Mejor tiempo en todos los entrenamientos libres, el más rápido en todas las sesiones de clasificación, el mejor en todos los sectores, vuelta rápida, lideró la carrera de principio a fin, victoria... Y por si esto fuera poco, vio cómo el motor de su compañero, lastrado con siete grandes premios, incluido el de Italia, le dejaba vía libre hacia su tercer título del mundo. Eran los dos lados de una misma moneda, la cara y la cruz.

Posible sanción. Una moneda que pudo llegar a inclinarse del lado de Nico si los comisarios lo hubiesen querido. Ya saben, ambos pilotos fueron investigados por presentar unas presiones en los neumáticos inferiores a las exigidas por Pirelli. Estoy segura de que el alemán soñaba con una descalificación de su compañero británico (era la pena a la que se enfrentaban) y así lo dejaba entrever ante los medios con una medio sonrisa: “Yo no tengo nada que perder, Lewis, sí”.

Superioridad. Podrían haber sido 28 puntos de distancia, una ventaja salvable. Pero finalmente no hubo sanción. Hamilton dejó Italia a 53 puntos de Rosberg. Eso son más de dos carreras de ventaja a falta de siete. Nico necesitaría dos abandonos del inglés y algo más para ganar. Difícil. Improbable.

Fin de un sueño. En cierto modo, me da pena. Recuerdo que en mis primeros años de F-1, Nico militaba en un Williams poco competitivo con el que apenas conseguía entrar en los puntos. Él no se cansaba de pedir un coche ganador en todos los idiomas que habla (castellano, italiano, inglés, francés y alemán). Y el destino se lo concedió. El mejor con diferencia. Pero se olvidó de pedir algo casi tan importante como el monoplaza: que no le pusieran un compañero como Hamilton. Un águila real que acaba sin piedad con cada una de sus presas... El sueño de Rosberg de ser campeón parece que ha llegado a su fin. Al menos este año.

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