Simeone y Ancelotti, en hora decisiva

Alineaciones de gala y cuentas pendientes. El derbi madrileño vive sus mejores años desde los 59, 60 y 61, cuando hizo falta un desempate para que el Madrid se impusiera en la cuarta Copa de Europa y a renglón seguido el Atlético le ganó dos finales de Copa en el Bernabéu. Habíamos dado por perdido el derbi madrileño tras tantos años en que el Atlético fue muy inferior al Madrid. Pero lo hemos recuperado felizmente. El Atlético ganó la última Liga y en este curso ha disgustado al Madrid en la Supercopa, la Copa y la Liga. A cambio, el Madrid arrastra con un As de Oros: aquel gol de Sergio Ramos.

La recuperación del derbi se la debemos al Cholo, que levantó a pulso al Atlético. Una hazaña titánica tras la que aparecen los primeros síntomas de fatiga. Esa renovación dejando de lado a sus colaboradores directos, ese manejo poco convincente de la tensión Mandzukic-Torres... No, Simeone no es el mismo. Pero si algo puede revivir aquel sano espíritu del cholismo es el estímulo de esta rivalidad que viene de la noche de los tiempos, la necesidad eterna de una y mil revanchas (van seis y son pocas) sobre el gol crucial de Sergio Ramos, que desempolvó a los cuarenta años el de Schwarzenbeck.

El Madrid está en su competición y a eso se agarra. Pero a partir del gol de Sergio Ramos todas las experiencias con el Atlético han sido malas. Y siempre por lo mismo: mejor ocupación de los espacios, más atención. El culto exigido a la BBC (más bien a la BB, la C está fuera de cuestión) afloja algunos circuitos y eso el Atlético lo aprovecha mejor que nadie. No se trata exactamente de 4-4-2 o 4-3-3, aunque sí en parte, sino de que los de arriba colaboren con los de atrás en la destrucción tanto como los de atrás colaboran con ellos en la construcción. Eso es lo que Ancelotti aún no ha conseguido. Veremos si hoy...

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