Sainz deslumbra, Mercedes asusta y McLaren preocupa

Madrid

Pocas sorpresas en el primer gran premio de la temporada. Una, eso sí, muy agradable aunque más bien se trata de una confirmación que de una revelación. Carlos Sainz tiene madera de piloto de Fórmula 1 y su fin de semana en Australia se ha aproximado a la perfección. Magnífica calificación y una carrera muy solvente, considerando las limitaciones prestacionales del Toro Rosso y, sobre todo, el perjuicio que ha supuesto esa tuerca que no quería salir de una rueda… Así que el madrileño estaba contento pero también se mostraba inconformista, sabiendo que podía haber aspirado a más y su talante (lo lleva en los genes) es ambicioso por definición.

Lo más previsible en Melbourne ha sido el paseo militar de Mercedes, intratables hasta decir basta y provocando la preocupación consiguiente de sus rivales sobre si alguien podrá inquietarles a lo largo del año. Miedo entre sus competidores y sopor entre los aficionados, tanta autoridad dinamita cualquier atisbo de emoción en la lucha por el triunfo. Lo pronosticado también para el desastre de McLaren, aunque con una variable que al menos yo no contemplaba: que uno de sus coches acabara. Button cruzó la meta, eso sí, a dos vueltas del ganador y en última posición… pero es que no esperaba ni eso con los antecedentes de la pretemporada. Muy grave el déficit del equipo de Woking y razonable la duda de si serán capaces de neutralizarlo. Al menos esperemos que Alonso pueda aportar muy pronto toda su capacidad a este desafío mayúsculo.

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