Teníamos a Santa Silvia con España

Lo importante era la victoria, porque Montenegro no es un rival cualquiera. Ahí está su palmarés. Y se ganó. Aunque sea por un gol, pero también es cierto que acabamos con la posesión y sin pasar por la agonía de que temas a que el rival pueda forzar una prórroga, que siempre es una lotería, y que hubiese sido injusta porque en el cómputo general España fue mejor, con una primera mitad impecable, en ataque y en defensa. Pero es evidente que los partidos empiezan a pesar, el cansancio se acumula y en líneas generales hemos llegado un poco justas a esta fase final, como todas las selecciones, porque también las montenegrinas parecían muy cansadas y agotadas cuando se atascó el juego ofensivo de las Guerreras en la segunda mitad.

Porque España no estuvo bien en la segunda mitad, y menos mal a que la defensa se mantuvo a su alto nivel, y porque detrás teníamos a Silvia Navarro, que volvió a ser nuestra Santa Silvia, como tantas veces a lo largo de los años. Marcar seis goles en 30 minutos son muy pocos goles, y no es habitual que Carmen Martín falle cuatro tiros y sin acierto, aunque hemos tenido fortuna en el otro extremo porque Eli Pinedo ha marcado goles muy importantes. También es cierto que era un partido complicado, en el que había que saber mantener el resultado, controlar el juego, y especular con el marcador y el reloj, porque no era un partido más, sino una semifinal en la que influyen los nervios, y contra un gran rival también con una excelente portera en Rajcic.

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