Para Bale, el partido ante el Sevilla es más que una final

La Supercopa de Europa tiene un valor histórico y formidable para el que la gana y un valor relativo para el que la pierde, donde siempre existirá la coartada de que es un partido en el ecuador de la pretemporada. Sin duda, el Sevilla tiene muchísimo que ganar y poco que perder. Ése es su gran peligro. A pesar de perder la enorme calidad de Rakitic o la fuerza de MBia, se ha reforzado con buenas cesiones como Iago Aspas o Denis Suárez y la velocidad de Aleix Vidal. Para el Madrid, la película es bien distinta. Después de no ganar ni un solo partido en la pretemporada, con su difícil equilibrio en el centro del campo, la vulnerabilidad de la defensa y el delicado momento de Casillas, la primera final servirá para medir las primeras sensaciones verdaderas, con una plantilla apabullante, diseñada para ganarlo todo.

En la constelación blanca, una estrella quiere brillar con luz propia. Su gran pretemporada no es una casualidad, cuando la primera gran final se juega en Cardiff. Bale, delante de su familia, de sus amigos, de su gente, quiere ser campeón y también el hombre del partido. Cuando hace 18 meses se conoció que la final de esta Supercopa sería en Cardiff, el principio del sueño era ganar la Décima con el Madrid y al final ser profeta en su tierra el próximo martes. La exuberancia de sus acciones en tierras americanas tenían como objetivo llegar como un cañón a Cardiff. Su motivación será una gasolina necesaria para asaltar el primer título del nuevo ejercicio.

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