Peloteros contra cancheros

Una presidenta en el palco y otra frente al televisor, dos Papas en vilo y dos selecciones clásicas en el más clásico de los escenarios, Maracaná, jugarán el partido más importante en cuatro años. Y se quebrará el principio de que siempre ganan los alemanes o el de que siempre un americano es campeón en América. Argentina llega a la cita desde la heterodoxia. Ha tenido cinco seleccionadores en los últimos diez años, la mitad de los que dirigieron a Alemania en toda su historia, y mezcla a campeones del mundo juveniles de 2005 (Biglia, Zabaleta, Garay, Messi y Agüero) y de 2007 (Romero y Di María), pero le ha faltado continuidad en el trabajo coral. Ahora quedan el coraje, la picardía de los jugadores de la calle y Messi, una bomba nuclear en una guerra convencional.

En Alemania todo resulta más natural. Tiene el doble de habitantes, cinco veces más practicantes censados (dato tramposo teniendo en cuenta la importancia de las licencias femeninas) y un permanente idilio con el éxito y sus alrededores. Del Mundial de 1954 a hoy, nunca faltó a unos cuartos, estuvo en cuatro semifinales y en siete finales (tres ganadas). Y en los últimos años ha madurado una generación fantástica. Neuer, Boateng, Hummels, Howedes, Khedira y Özil fueron campeones de Europa Sub-21 en 2009. En torno a ellos gira el equipo, con futbolistas anteriores (Klose, Lahm o Schweinsteiger) y posteriores (Müller o Götze). También tiene un plan, parecido al nuestro, construido en torno a la pelota. Veremos si los buenos son mejores que los cancheros.

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