Es consuelo menor para un ganador

Salvo algún que otro pequeño desliz, me admira el talante con el que Alonso está llevando la enésima crisis de Ferrari. Cuando el tiempo va pasando, las oportunidades empiezan a convertirse en urgencias y en ese escenario se adentra ya el asturiano, con una edad en la que, deportivamente, debe plantearse que el tiempo no es eterno. Pese a esta presión, apenas pierde la compostura, se mantiene muy firme en su voluntad de sacar adelante su proyecto en Maranello y hace cuanto puede, que es mucho, por demostrar a quien quiera verlo que el problema no es del piloto sino de un coche que ha vuelto a prometer más de lo que ofrece. Así que ahí anda el hombre, luchando por afianzarse como el mejor de los mortales tras Mercedes, aunque sea a distancia.

El otro consuelo que le queda, aunque sea menor para un campeón, es el de ganar a su compañero de equipo. Y lo está consiguiendo con una contundencia que debemos valorar, puesto que no se trata precisamente de un debutante novato. En cada carrera de este año, Alonso ha superado a Kimi Raikkonen, todo un campeón del mundo y talento en estado puro, que se muestra impotente ante la torpeza de ese F14 T que les ha regalado Ferrari esta temporada. La diferencia en la clasificación (por posición y puntos obtenidos) es abrumadora, convirtiéndose los fríos números en una prueba incontestable de lo mucho que está haciendo el español por minimizar los daños. Y siempre dándolo todo, incluso cuando algunos quizá no lo merezcan...

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