La amenaza del caos es muy real

Acabó la pretemporada de Fórmula 1 y, después de una docena de jornadas de test, deberíamos estar en condiciones de obtener algunas conclusiones de cara a la cita inaugural de Australia. En apenas dos semanas llegará la hora de la verdad, ya no habrá lugar para las especulaciones y se empezarán a repartir los puntos que, al final de año, proclamarán al campeón. Sin embargo, pese a la inminencia de ese primer compromiso, personalmente me siento incapaz de hacer cualquier tipo de pronóstico. Sí, hay ciertas referencias sobre las escuderías que parecen encontrarse mejor posicionadas, pero absolutamente todas gestionando la caótica situación que propicia un cambio de reglamentación tan radical y con el que nadie se siente cómodo aún.

La situación es tan preocupante que diría que la pregunta no es quién ganará en Melbourne, sino quiénes acabarán la carrera. Ninguna de estas unidades de potencia (mucho más ahora que un simple motor de explosión) parece a punto para soportar el esfuerzo de un gran premio completo, cuando la exigencia será mucho mayor desde el primer instante y con un margen para solucionar los problemas ínfimo comparado con la pretemporada. El próximo día 16 quizá estemos hablando de una clasificación inverosímil, con muy pocos pilotos cruzando la línea de meta y en un orden que ahora resulta imposible predecir. No hay tiempo material para muchas mejoras, así que a los equipos sólo les queda cruzar los dedos e intentar sobrevivir en este caos...

Lo más visto

Más noticias