Nadal no hay más que uno

Nadal jugará mañana por la gloria; el balonmano lo hará por el bronce. Nadal rara vez falla. Es lo que le diferencia del resto. Por eso está a la cabeza de nuestro deporte. No sólo del actual; quizá del de toda la historia. La Selección de balonmano, no por haber perdido, va a dejar de ser grande. Cuando se llega a la fase final y los rivales ya son los mejores del mundo, perder o ganar es cuestión de detalles. Francia fue superior, y punto. O nosotros algo peores. Hubo momentos del partido en los que pareció un milagro que siguiéramos vivos. Entre los penaltis en contra, las pérdidas de balón y las paradas de Omeyer, alcanzar la final era una quimera. Pero vino la reacción, un 10-2 de parcial a nuestro favor, hasta que volvimos a caer en los errores.

Como digo, cuestión de detalles. Mas Nadal está por encima de ellos. Por eso es único y deportista de reconocimiento mundial. Ahora es claro favorito para ganar el Abierto de Australia, uno de los torneos grandes del tenis. Sería su 14º Grand Slam. Como Sampras. Con la diferencia de que por delante tiene tiempo de sobra para superarle. Y Sampras es alguien en la historia del tenis. Lo que hace sublime a Nadal es que sus rivales comienzan a ser quienes escribieron la historia de este deporte. Ha sobrevivido a la hegemonía de Federer y a la irrupción de Djokovic, y mañana le espera Wawrinka, un modesto venido a más. Y por la tarde, nuevo asalto a las medallas para el balonmano. La Selección aún puede volver con una sonrisa.

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