¿Por qué los futbolistas no son más risueños?

Ahora me fijo mucho en Diego Costa, por razones evidentes. El excelente futbolista del Atlético es un hombre feliz con dudas. Lo expresa en la cara: sus ojos están contentos, pero el resto del rostro es habitualmente agresivo, como si quisiera ajustarle las cuentas a alguien.

Pero no es el único futbolista al que le advierto esa tendencia a llevarse mal con la vida. Fue legendario aquel aserto de Cristiano Ronaldo: "Estoy triste". Causó mucho dolor de cabeza entre los suyos, los directivos, el entrenador y los aficionados. Hasta que no se supo la ¿verdadera? naturaleza de su tristeza no pararon las especulaciones. Luego ha vuelto a sonreír, y no sólo cuando marca goles, que es cuando sonríen los futbolistas. Cristiano sonríe, como cuando posó junto a sus calzoncillos, y sonríe cuando lo insultan, como pasó cuando Blatter le faltó al respeto. Que Cristiano haga el saludo militar después de una hazaña en el campo era impensable hasta hace poco. Es el rostro impenetrable del fútbol y ahí se dejó ir, se hizo hombre y habitó entre nosotros. Mi impresión es que a que esté más contento lo conduce Sergio Ramos, que el otro día le susurraba maldades para que las hicieran juntos. Luego él se negó, es un hombre perfectamente serio.

Y ahora hemos tenido la larga espera en que se ha convertido la preocupación porque no sonreía Messi. Messi no sonríe sino en los anuncios, así que no entiendo muy bien a qué obedece la reciente extrañeza por su malhumor. Así era en la escuela y así era de reconcentrado cuando era un loco bajito con la pelota. Su obsesión era el balón. Era uno de sus órganos. Desde que murió su abuela, que lo puso a jugar, su comunicación más visible es con el cielo, adonde dirige su mirada cuando celebra los goles. En el último gol, ante el Milán, le sonrió Neymar, guiñándole un ojo, pero Messi se mantuvo adusto.

No entiendo tanta seriedad; no entiendo la seriedad de Villa, ni la de Casillas. Pero la que menos entiendo es la de Costa, que es brasileño. Los brasileños, como Ronaldinho, como Neymar, se ríen siempre, jugando y en los vestuarios. Si alguien puede devolverle la sonrisa a Diego Costa es su nuevo seleccionador, Vicente del Bosque, que es un hombre que sabe que en la vida todo es relativo, y que hay que sonreír para que te sonrían. Del Bosque o mi paisano Valerón, que sonríe hasta cuando hay tormenta. Es más, creo que si abandonara el mal humor Diego Costa haría aún más goles, y los celebraría, además, riendo. Como su paisano Neymar.

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