Un asco que todavía no se ha ido

Estuve en aquellos Juegos y, antes de la final, me acerqué a charlar con Juan Luis Rodríguez, techo de España con 2,10 m. "Jugué en el Estudiantes, donde coincidí con Felipe Reyes", me contó un poco retraído. Actuaba. Repasando, leo una frase de aquel reportaje que ahora cobra sentido: "La discapacidad de Juan Luis es inapreciable". Ganaron a Rusia 87-63 y los otros partidos por más de 15 puntos. Allí nos explicaron que, a efectos administrativos, en España hay que estar por debajo del 70% de cociente intelectual para ser declarado discapacitado. Y del 85% en el caso deportivo.

Ganaron el oro y vinimos a España con los primeros Juegos de Teresa Perales y los últimos de Puri Santamarta en el recuerdo. Y, al aterrizar, el escándalo había estallado. Una foto en Diario de Alcalá delató a tres impostores. Me produjo rabia haber tenido delante el fraude y no verlo. Pero sobre todo un asco que aún no se me ha ido.

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