Márquez o el nuevo Rossi

Las motos se han puesto al rojo vivo. Tres españoles en los tres primeros puestos de la general en MotoGP a falta de cuatro carreras. Los tres, además, picados. Lorenzo, el campeón, ve cómo un imberbe está cerca de destronarle; Pedrosa ve cómo el imberbe, que es su compañero de equipo, no sólo le gana, sino que le apura tanto en los adelantamientos que hasta le roza y éste se cae; mientras, el imberbe, dicho con todo cariño y que no es otro que Márquez, gana adeptos por donde va. Aficionados a las motos hay muchísimos, a millones. Muy repartidos, por cierto. En España los hay de Lorenzo, de Pedrosa y de Márquez. Pero de unos años a esta parte los nuevos aficionados son de Márquez. A nadie cae indiferente. Además, para bien.

Márquez le dijo en la entrevista a Mela que una de las grandes cosas que había conseguido Rossi era llevar nuevos aficionados a las motos. Cierto. Rossi es un personaje. Y cae bien, que es lo difícil. Pues Márquez, igual. Si Rossi era fácilmente identificable corriendo, con Márquez sucede lo mismo. Hay que estar pendiente de él, porque en cualquier momento puede hacer lo imposible. Como Lorenzo, pero más. Márquez aún disfruta del descaro de la juventud, y no piensa en la siguiente curva, en la siguiente vuelta, en la siguiente carrera y, menos aún, en la siguiente temporada. ¿Cómo no ser de Márquez si lleva por bandera la osadía de la juventud? Todavía no ha ganado el Mundial, pero ha conquistado algo más difícil: el cariño y el respeto de la afición.

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