La operación necesita un paso atrás de Modric

El fútbol se maneja en una ley consuetudinaria (que se asemeja demasiado a la ley de la selva) que está muy por encima de la escrita. Un club se cree con derecho a practicar la extorsión para quitarse de encima al futbolista con el que tiene un contrato. Y vale cualquier cosa: retirarle la ficha, apartarle del grupo, demorarle los pagos, hacerle sentir que cobra indebidamente el sueldo que en su día le ofrecieron. Y ocurre lo mismo en la otra orilla. Un futbolista que no cuaja es un mal negocio. Un futbolista que brilla lo es peor aún, porque cada temporada, tras cada gol, tras cada asistencia, se creerá con derecho a ganar más dinero del que en su día firmó gustosamente, sin una pistola en la sien.

Modric quiere irse al Madrid, que no acaba de ponerse de acuerdo con el Tottenham. Y para forzar el pacto acaba no haciendo el trabajo por el que le pagan sin más. Seguro que el Madrid esperaba un guiño del futbolista que le ayudara en la negociación, pero no este morterazo que ha levantado en armas a Daniel Levy, presidente del club inglés, al que le cuesta vender al futbolista por menos de los 45 millones que el Chelsea le daba el verano pasado y más si se siente desafiado. La operación necesita ahora un paso atrás de Modric, cuyo argumento de que recibió la promesa de que sería vendido este verano se diluye en esta postura de fuerza que puede estropearlo todo.

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