Una etapa calcada a la anterior

La de ayer volvió a ser una etapa pura de velocistas. Pocas diferencias se pudieron ver con respecto a las pasadas jornadas, hasta incluso el guión de la caída se repetió. Si el miércoles le tocó a Cavendish ayer el perjudicado fue el eslovaco Sagan. Seis días de competición y apenas novedades en la general. Está siendo un Tour verdaderamente cómodo para los favoritos.

Aestas altura de carrera otros años siempre temía por los corredores por culpa del peligroso viento lateral característico de Bélgica y Normandía, pero este año ni eso. El público desea ver etapas en las que el ciclista sufra como la del pavés de hace tres años. Esta vez la organización se ha preocupado más por los corredores dejando un poco de lado el espéctaculo. Bueno para el profesional, pero más tedioso para el espectador. Mañana por fin llega la montaña. No espero que los grandes favoritos Evans, Wiggings y Nibali, muevan todavía sus fichas. Ahora mismo no sabemos quiénes están bien, todos han ido de tapados, agazapándose en el amparo del pelotón para no mostrar sus cartas. Vi muy fuerte al británico en el Dauphiné, con un ritmo que asusta. Evans tendrá que ir a más, pero si no lo ve claro no hará nada. Tengo esperanzas en ver por fin a los españoles, Samuel Sánchez y Alejandro Valverde. Ayer el navarro Pablo Urtasun del Euskaltel luchó por la etapa al final, pero tal como van las etapas, hoy en día es imposible que pase algo lejos de lo que quieran los equipos con sprinters. Los pinganillos han contribuído a restar espectáculo.

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