Sus figuras están en máximos

Será un tic del pasado, pero la cercanía de los cuartos de final, aquella vieja frontera doblemente derribada, despierta nuestros miedos. Confieso que Francia se agranda inexplicablemente con el paso de las horas y hasta los peores síntomas, la derrota inesperada ante Suecia, la bronca posterior en el vestuario ("La cosa estuvo calentita", admitió Blanc) o la cojera indisimulada de Ribery, acrecientan la inquietud en lugar de mitigarla. Rival herido deriva a menudo en rival crecido.

Francia comparece a esta cita rejuvenecida y reconstruida, con sus mejores futbolistas en máximos (Ribéry, finalista de la Champions; Benzema, en gran figura del Madrid; Nasri, estrella del campeón de la Premier) y sin las exigencias de otras ocasiones. Viene de tan atrás que casi ha cumplido con llegar hasta aquí. Pero ganó los cuatro amistosos previos a la cita, uno de ellos a Alemania, y Blanc ha dado con el equipo. Sólo la plaza del tercer hombre, el compañero de Nasri y Ribéry en la línea de creación, parece en disputa. Y a lo largo de la historia nunca les ganamos cuando hubo algo en juego. Buenos argumentos todos para no dormir tranquilos. Tan buenos como los nuestros: nadie en Europa tiene dos jugadores con Iniesta o Silva. Y si todo falla está Casillas, ángel de la guarda.

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