Indurain ya mostró el camino

El ataque de Alberto Contador en el Col de Manse, un puerto de segunda que se coronaba a 11,5 kilómetros de la meta de Gap, me ha trasladado a 1995, a aquel mordisco de 50 segundos que le pegó Miguel Indurain a sus rivales camino de Lieja, cuando arrancó a 27 km en la cota de Mont Theux con Johan Bruyneel haciendo tras moto a su rueda. Este mismo año, el propio Contador ha arañado 17 segundos en el Giro en el repecho de Tropea, o 12 sobre Andy Schleck en el presente Tour en el Muro de Bretaña.

Muchas veces, los puertos de categoría menor o los repechos producen más espectáculo y más diferencias que las jornadas de gran montaña. El Giro y la Vuelta a España han convertido ya este tipo de recorridos en una seña de identidad. El poderoso Tour, tan fiel siempre a su tradición, se resiste más, aunque este año ya lo haya aderezado tímidamente con algunas cuestas por ahí... El ciclismo se ha decidido históricamente y nos ha encandilado en la gran montaña. Y a buen seguro que las tres etapas de los Alpes que se encadenan desde hoy nos van a mantener en vilo. Pero desde aquí abogo por una mayor imaginación en los recorridos, sin que esto excluya los grandes puertos de siempre... Y también por que los ciclistas se animen a aprovecharlos, claro.

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