Casillas y el sueño del Balón de Oro

Yo sí considero importante el Balón de Oro. Nació hace más de cincuenta años, con la Copa de Europa, hoy Champions, y de la misma raíz. Forma parte de esa atmósfera mágica que los franceses supieron crear en torno al deporte: Coubertin y los Juegos Olímpicos, Henry Desgrange y el Tour, Gabriel Hanot y la Copa de Europa, con este agregado del Balón de Oro... Desde que se creó, me ha gustado prácticamente siempre. Por ahí han desfilado todos los grandes, salvo Puskas, único fallo grave a mi juicio. Pero como su mejor año fue el 1960 y entonces lo ganó Luis Suárez, no me voy a quejar mucho.

Y creo que como yo, piensa mucha gente. Aunque a veces hay quien lo hace de menos, lo cierto es que está en el imaginario colectivo como algo importante. El madridismo siente casi como una afrenta que nunca lo haya ganado Raúl (en su mejor año fue segundo, tras Owen), la grey atlética se ilusiona con que lo gane Torres (sería doble alegría por la carencia de Raúl) y el mundo culé acaricia la posibilidad de Xavi, ese genio silencioso que sentó cátedra en la Eurocopa. En el Madrid, agotadas las esperanzas en Raúl, surge ahora el ardor por la candidatura de Casillas, para la que se recogen apoyos.

En más de cincuenta años sólo lo ha ganado un portero, el gran Yashin. La atención suele concentrarse más en los goleadores y en los creadores. Pero Casillas tiene una ventaja respecto a Raúl: éste sólo sumó desde el Madrid, nunca desde la Selección. Casillas ganó la Eurocopa, venció el mano a mano simbólico a Buffon el día decisivo. ¿Es suficiente? Seguro que no. Pero el asunto tiene al menos la virtud de crearle un nuevo horizonte, y lo necesita. Ha ganado muchas cosas desde muy joven. Le vienen bien nuevos acicates. Justamente si algo debe aprender aún de Raúl es la obsesiva competitividad de éste.

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