Fútbol en Pekín y fútbol en Copenhague

Mientras el ciclismo sigue rehabilitándose tras el sofoco que nos dio Maribel Moreno y Mallorca se acredita como potencia deportiva mundial, el torneo olímpico de fútbol nos ofreció por fin su gran partido, casi diría que su único gran partido: el Argentina-Brasil. La rivalidad futbolística entre aquellos dos países es legendaria, y a los dos les ha dado ahora por este torneo, en el que fatalmente tenían que enfrentarse. Ganó Argentina gracias al Kun. Brasil vuelve con un coscorrón y con la certeza de que Ronaldinho no está ya para muchos trotes. Meterle ahí ha sido un error que ha dado al traste con todo.

Y ahora, España en Copenhague. Sería cosa de menos si no se tratase del estreno de un seleccionador, y en circunstancias especiales. Hereda el equipo campeón de la Eurocopa. Hereda un estilo, el tiqui-taca. Hereda una generación joven. Está obligado a gestionar todo eso más el desconcierto que en parte de la afición ha producido la actitud inflexible de la Federación de prescindir de Luis, pese al título. Le puede afectar, además, la alargada sombra de Hierro, que no va a atraer mayores simpatías sobre la nueva época. En fin, toda una prueba para el sabio y cachazudo Del Bosque.

De momento sale con los mismos de Luis, aunque ya asoma algo la patita. Llama a Capel, lo que indica un deseo de utilizar extremos. Y han ido, como otras novedades, Bojan (en quien ya pensó Luis), Iraola y Amorebieta. Sin lesión que lo justifique se han caído Arbeloa y Sergio García. De momento, Del Bosque sólo toca la periferia de la lista, no el meollo del equipo, ni falta que hace. Hacerlo desde ya sería una imprudencia. Pero tiene su idea, y en algo modificará el equipo de Luis, ese equipo precioso que nos entusiasmó y ganó. Espero esos toques con mezcla de curiosidad e inquietud.

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