Tendrá que hacerse el valiente

Confieso mi debilidad por Aguirre, que pierde como los demás (algunas temporadas mucho menos) pero pone mejores excusas y lo explica con más gracia. Hasta encaja con buen humor lo de amarrategui, una especie de tercer apellido vasco que le colgó el fútbol sin reparar en que su madre es de Guernica y su padre de Ispaster. O sea, que le va al pelo. Es opinable la estética de su Atlético (que a ratos ha jugado bien), pero no sus tablas para manejar el equipo. Del doblete a hoy, el club probó con veteranos (Luis Aragonés) y noveles (Murcia), con emergentes (Ferrando o Manzano) y mediáticos (Sacchi, Ranieri y Bianchi) y ninguno le llevó a la Champions. En muchas ocasiones con plantillas mejor armadas que la que tuvo el mexicano el año pasado.

Pero Aguirre, que es largo, sabe que en el nuevo curso la afición le moverá el listón en vertical y hacia arriba. El fútbol no entiende el paso atrás por milagrosos que hayan sido los pasos adelante que le precedieron. Y pide un mediapunta, un lanzador, un ángel de la guarda de Forlán y Agüero, un futbolista de último pase. Lo que pudieron ser y no fueron Ibagaza y Jurado. El Riquelme que no llegó por las sospechas de que quitaba más fuera del campo que lo que daba dentro. Una coartada ante la grada, porque en el fútbol los públicos son más toreristas que toristas. Y si llega ese enganche, Aguirre tendrá que ponerlo. Y no podrá sacrificar a ninguna de sus dos puntas. Y tendrá que soportar el vértigo de jugar con un solo mediocentro. Eso sí que será para machos.

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